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El sueño de la lejanía pertenece a la infancia.
El viajero ha visto lo lejano, pero en cambio ha perdido lo que era la fe en la lejanía.
WALTER BENJAMIN
(Obra de los pasajes, J 50, 6)

El pintor romántico Kaspar David Friedrich pintó en 1818 El viajero frente al mar de niebla, una obra que alberga muchos significados sobre lo que sea viajar en el siglo XIX entrevisto desde el alma romántica y que se ha convertido en un icono. Lo hizo durante su luna de miel y la equivalencia entre el viaje físico y el viaje de la vida se encuentran resumidos en la obra. Una novedad empezaba, llena de dificultades, tanto como peligroso era sumergirse en la incertidumbre de la niebla que nada garantizaba sobre el éxito del viaje ni sobre su finalización. La vida es un continuo viaje que solo termina con la muerte. Cuando sienten alguna clase de crisis los arquitectos y los artistas necesitan viajar. Marchan a encontrar respuestas a interrogantes que su cultura o el tiempo no les ofrecen o simplemente en busca de trabajo o por el placer de conocer, de contratar y sentir lo que saben desde los libros, el cine o la televisión. La globalización y los desplazamientos “low cost” incrementan estas posibilidades. Y los choques de culturas serán lógica consecuencia de todo ello. Le Corbusier no solo se desplazó a “Oriente” sino a muchos otros lugares en busca de trabajo. Alberti, Bramante, Borromini también lo hicieron. Mies y Sert viajaron forzados por la realidad que vivieron, se establecieron en lugares alejados de su cultura y transformaron la arquitectura allí donde la ejercieron. Viajar es ahora el mecanismo usual para poder hacer arquitectura. Algunos de hoy viajan con las cartas marcadas: son los arquitectos estrella que no suelen aprender nada de sus incursiones: Meyer, Nouvel, Gehry, Rogers, Siza… colonizan allí donde acuden y si intentan conectar con el sitio que les contrata el resultado suele ser aún peor. Choque de culturas, intereses, perspectivas, costumbres, lenguas… presiden los resultados de algo que se intuye como una dialéctica de saberes. En tiempo de turismo masivo, se suceden cruceros gigantes y se organizan grandes empresas donde el beneficio sustituye a cualquier voluntad formativa o mejoradora de la experiencia, o que busquen entrar en la posibilidad de cambiar la condición de turista por la de viajero, otro de los objetivos del curso El mito de la arquitectura contempla viajes determinantes: el del arquitecto Dédalo para servir a Minos y ofrecerle el laberinto y el siguiente viaje de Teseo para desenmascararlo, el de Ulises y Aquiles para destruir una ciudad… Muchos viajes comportan destrucción sobre cuyas cenizas resurgirá algo nuevo: Piranesi exigía “Campo”, tabula rasa, para volver a empezar. Desde personajes tan relevantes como Villard deHonnecourt, Arnolfo di Cambio, Ciriaco
de Ancona, Brunelleschi, Donatello, Alberti, Mantegna, Michelangelo, Palladio Borromini, Villanueva, Labrouste, Garnier, Burnham, Frank Lloyd Wright, Loos, Le Corbusier, Kahn, Venturi… Se pueden reconstruir tránsitos intelectuales significativos para sus propuestas a venir, ejemplos y referencias para la actualidad. Algunos viajes de jóvenes arquitectos actuales cercanos también serán mostrados. Y el viaje no es solamente físico y menos en nuestro tiempo donde es la información la que viaja por las ondas para quien quiera atraparla. Así que  podríamos considerar como decisivos también los viajes mentales, máxime cuando hoy en día la información y la red nos desplazan a
lugares que antes o eran inabordables o simplemente imposibles. Algo que viene de lejos cuando apareció la imprenta y con ella los tratados de arquitectura. Ejemplos no faltan. Iñigo Jones, responsable del clasicismo en todo el mundo anglosajón, no vio nunca una villa palladiana. Mies y Gropius trabajaban con el portafolio Wasmuth de Wright encima de la mesa después de ver la exposición del americano en el Berlín de 1910